En este documento histórico se definen valores, principios y políticas para orientar a los países en la elaboración de marcos jurídicos que garanticen el uso del potencial de la Inteligencia Artificial (IA) como un elemento al servicio del bien común.

La IA ya está impregnando la vida diaria de miles de millones de personas en el mundo. Personaliza las noticias que recibimos y orienta las decisiones adoptadas por gobiernos, empresas, doctores, jueces y otras muchas entidades y profesiones. El potencial de la IA es enorme. Permite prepararse contra los desastres y ayudar a recuperarse de ellos. En la gestión de la pandemia de COVID-19 ha desempeñado un papel esencial y está dando resultados notables en la detección del cáncer. Asimismo, puede coadyuvar a la creación de entornos que faciliten la inclusión de personas con discapacidades y también se puede utilizar para contrarrestar el cambio climático.Sin embargo, esta tecnología de vanguardia plantea dilemas éticos sin precedentes. En efecto, por mencionar sólo algunos, nos hallamos ante faltas de transparencia, prejuicios de género y éticos, serias amenazas a la privacidad, la dignidad y la capacidad de acción, riesgos de vigilancia masiva y usos cada vez más frecuentes de tecnologías de IA poco fiables en la aplicación de la ley.
La Recomendación recién adoptada aborda todas esas cuestiones.
El mundo necesita normas para que la inteligencia artificial beneficie a la humanidad y la Recomendación sobre la Éپ de la IA es una respuesta importante a esa necesidad.

Las decisiones que afectan a millones de personas deben ser justas, transparentes y contestables
El texto de este documento tiene por objeto promover las prometedoras ventajas que ofrece la IA y, al mismo tiempo, mitigar sus riesgos, tratando los problemas relacionados con la transparencia, la rendición de cuentas y la privacidad en una serie de capítulos sobre políticas orientadas a la acción práctica en los ámbitos de la gobernanza de datos, la educación, la cultura, el trabajo, la atención sanitaria y la economía.
Entre sus aspectos más destacados, figura la insistencia de la Recomendación en la necesidad de proteger los datos, reclamando a los organismos reguladores correspondientes una acción más decidida y de mayor alcance en este ámbito. Además, condena por su carácter invasivo el uso de los sistemas de IA a efectos de catalogación social y vigilancia masiva del público, y propone instrumentos para ayudar a los países no sólo a evaluar las repercusiones que esos sistemas tienen en las personas, sino también a reducir su impacto en el medio ambiente.
Como parte de su labor de establecimiento de normas, asesoramiento en materia de políticas y creación de capacidades, la UNESCO ha elaborado orientaciones sobre la IA y la educación destinadas a los encargados de adoptar decisiones, ha preparado cursos de formación sobre la IA y los derechos humanos para los jóvenes y, además, en 2022 va a impartir una formación profesional sobre la IA y el estado de derecho a más de 2.000 personas de las administraciones de justicia.
Con vistas a avanzar en su aplicación, la Recomendación encarga a la UNESCO realizar una evaluación del impacto ético de la IA y de una metodología para elaborarla, así como un análisis de las políticas adoptadas en este ámbito. Aunque la responsabilidad de la aplicación de esta disposición en el plano nacional recaerá en los Estados Miembros, la Organización les prestará apoyo en la fase de su elaboración y recabará informes periódicos sobre sus políticas y prácticas en la materia.
En septiembre de 2021, la UNESCO participó, junto con otras siete organizaciones internacionales, en la creación de la plataforma Globalpolicy.AI del observatorio global en el que todas ellas cooperan trabajando sobre los diferentes aspectos de la IA.