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La Directora General rinde homenaje a Malala Yousafzai, ganadora del Premio internacional de la paz para los niños 2013

Cuando la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz -y primera mujer del mundo árabe en obtener esa distinción- entrega un galardón de la paz a una adolescente del Pakistán que sufrió un ataque de los talibanes por defender el derecho de las niñas a la educación, es una señal de que los tiempos están cambiando.

Esto es lo que sucedió cuando, el 6 de septiembre de 2013, Tawakkol Karman, defensora de los derechos humanos, periodista y política del Yemen que recibió el Nobel en 2011, entregó el Premio internacional de la paz para los niños a Malala Yousafzai, de 16 años, en el espléndido escenario medieval de la Sala de los Caballeros en La Haya. El premio, creado en 2005 por iniciativa de la fundación holandesa KidsRights, se concede todos los años a un niño o niña en reconocimiento a su dedicación a los derechos de los niños y la mejora de la situación de los niños más vulnerables.

En un discurso pronunciado ante unos 400 invitados, la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, afirmó que Malala “ha pasado a encarnar las aspiraciones de millones de niñas y niños. (…) La educación abre la mente, es la vía más poderosa para lograr la paz y, pese a ello, es un derecho humano que se viola en todas partes. Esto es lo que Malala Yousafzai ha hecho ver al mundo. La educación de las niñas es una cuestión de derechos humanos, aunque en algunos lugares del mundo es también una cuestión de seguridad”. La Sra. Bokova habló también sobre la importancia de la sensibilización, de aumentar la financiación y de situar la educación en el primer lugar del programa político a fin de aprovechar todo su potencial.

Al aceptar el premio -una estatuilla que representa a un niño empujando un globo terráqueo-, Malala afirmó que “para los niños de los Países Bajos o del Reino Unido, donde ahora voy a la escuela, o de cualquier lugar de Europa o América, la educación es algo que se da por sentado, se considera una parte totalmente normal y habitual del crecimiento. Así es exactamente como debería ser. Quiero vivir en un mundo donde la educación se considere algo normal en todos los lugares del planeta porque nadie queda excluido de ella”.

Citando datos sobre los resultados positivos del “efecto Malala” en la escolarización de las niñas, el Primer Ministro de los Países Bajos, Sr. Mark Rutte, dijo que “Malala lucha por algo muy importante. La educación no solo es fundamental para cada niño, sino también para la sociedad en su conjunto. Es un arma fundamental en la lucha contra la pobreza, la enfermedad y los conflictos. Y es la clave para la democracia y el desarrollo económico. Por eso la comunidad internacional debe tener grandes ambiciones en este ámbito”.

Elogiando a Malala por “hacer frente a la tiranía con un valor poco frecuente”, la Sra. Karman hizo una defensa apasionada de los derechos de la mujer, y afirmó que “la educación empodera a las mujeres en los planos político, social y económico, haciendo que el mundo sea más justo y más próspero”.

Marc Dullaert, Presidente de KidsRights y fundador del Premio internacional de la paz para los niños, dijo: “Malala es una fuente de inspiración tanto para los niños como para los adultos. Su lucha en defensa del acceso de las niñas a la educación en todo el mundo no ha pasado desapercibida para nadie. Malala demuestra que los niños pueden hacer oír su voz a una edad muy temprana y tienen la capacidad de hacer avanzar el mundo. Incluso después del ataque que sufrió, Malala ha tenido el valor de decidir seguir adelante sin cejar en su empeño”.

El Premio, que siempre entrega un ganador del Premio Nobel de la Paz, tiene una dotación de 100.000 euros, que este año se invertirá en proyectos para promover la educación de las niñas en el Pakistán.