Comunicado de prensa
La UNESCO pide que las vacunas contra la COVID-19 se consideren un bien público mundial

El Comité Internacional de Bioética (CIB) de la UNESCO y la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología (COMEST) pidieron hoy un cambio de rumbo en las actuales estrategias de vacunación contra la COVID-19, instando a que las vacunas se traten como un bien público mundial para garantizar que estén disponibles de forma equitativa en todos los países, y no sólo para aquellos que hacen las ofertas más altas por ellas. Ambos comités tienen una larga trayectoria en la provisión de orientación ética sobre temas sensibles*.
Esta declaración se presentó durante un evento en línea celebrado el 24 de febrero, que reunió a ambos órganos de ética de la UNESCO junto con el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud, y el profesor Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
Mientras que algunos países avanzados han conseguido vacunas suficientes para proteger a toda su población dos, tres o cinco veces, el Sur del planeta se está quedando atrás. Tal como están las cosas hoy, los habitantes de muchos países en desarrollo no tendrán acceso a las vacunas hasta bien entrado el año 2022. Los últimos anuncios del G-7 son bienvenidos, pero tienen que traducirse en un suministro efectivo de vacunas en los países en desarrollo.
Por su parte, el profesor Sachs pidió al Fondo Monetario Internacional que permita a los países en desarrollo recurrir a los para financiar el desarrollo de vacunas, y añadió que los países desarrollados deberían ser más solidarios y contribuir a la financiación del .
La declaración del CIB-COMEST hace hincapié en tres mensajes clave:
- En primer lugar, las industrias farmacéuticas tienen la responsabilidad de compartir la propiedad intelectual adquirida con apoyo de los gobiernos para permitir a los fabricantes de todos los países el acceso a las vacunas para todos, que deberían considerarse un bien público mundial. El CIB y la COMEST también subrayan la responsabilidad de la industria farmacéutica de invertir en fábricas capaces de producir vacunas de la mayor eficacia posible y facilitar su rápida distribución allí donde sea necesario.
- En segundo lugar, el CIB y la COMEST afirman que el beneficio de la vacuna para el mayor número de personas no puede considerarse el único criterio ético. También deben tenerse en cuenta la igualdad, la equidad, la protección de la vulnerabilidad, la reciprocidad y el interés superior de los niños. Además, las decisiones sobre la distribución justa y la priorización deben basarse en el asesoramiento de un grupo multidisciplinar de expertos en bioética, derecho, economía y sociología, junto con científicos.
- En tercer lugar, el CIB y la COMEST consideran que las estrategias de vacunación deben basarse en un modelo no obligatorio y no punitivo, basado en la información y la educación, incluido el diálogo con las personas que puedan tener dudas sobre la vacunación o sean hostiles a ella. El rechazo a la vacunación no debe afectar a los derechos fundamentales de la persona, en concreto a su derecho de acceso a la sanidad o al empleo.
Otros temas que aborda la declaración son: la cooperación internacional entre todos los diferentes sectores que trabajan en la COVID-19 para compartir los beneficios de la investigación; los problemas de sostenibilidad que favorecen la aparición de enfermedades zoonóticas; la confianza en la ciencia y en las autoridades sanitarias o la indispensable necesidad de diálogo entre ciencia, ética, política y sociedad civil.
*Fruto de esa orientación ética hecha por la UNESCO sobre temas sensibles son por ejemplo la y la
- Contacto de prensa: Lucía Iglesias Kuntz