primary school teacher Zambia

Historia

Una docente de primaria en Zambia proporciona bases sólidas a sus alumnos

“Imagínense, después de mi primer día en la escuela ya sabía escribir mi nombre”, afirma Royce Namukonda, una maestra de primaria en Zambia al evocar el poder transformador de la enseñanza y el aprendizaje. “Quería influir también de esta manera en la vida de las personas, y por eso decidí convertirme en docente”.

A pesar de que hoy en día el 87% de los niños de todo el mundo cursan y terminan su ciclo de educación primaria, los niños entre 5 y 12 años necesitan una educación más sólida en lo relativo a la salud y el bienestar. Entre el 35% y el 65% de las niñas de todo el mundo no tienen la comprensión o los conocimientos adecuados acerca de la menstruación en el momento en que empieza su ciclo menstrual. La región de África Oriental y Meridional posee una de las tasas de embarazo adolescente más altas del mundo, con 1 de cada 5 adolescentes embarazada antes de cumplir los 20 años. El VIH sigue siendo también un desafío en esta región, con 930.000 niños entre 0 a 14 años que viven con el VIH y 58.000 nuevas infecciones cada año entre los niños de este mismo grupo de edad.

Con el objetivo de llamar la atención sobre la salud y el bienestar de los niños durante la enseñanza primaria y más allá de ésta, la UNESCO presentó la iniciativa a escala mundial “Construyendo bases sólidas”, y en el marco de este tema publicó en colaboración con UNICEF un conjunto de notas informativas. Ahora que muchos más niños cursan la escuela primaria, aprender sobre la salud y el bienestar desde una edad temprana representa una oportunidad para sentar bases sólidas para mejorar los rendimientos educativos de cada niño, su salud y su futuro.

Construir un futuro mejor

Royce enseña a alumnos de 10 a 14 años (equivalente a sexto grado) en una escuela pública de Lusaka, la capital de Zambia. Inspirándose en su profesora de enseñanza primaria, considera que sentar bases sólidas en materia de la salud puede ayudar no solo a los alumnos en su trayectoria hacia la edad adulta, sino también a toda la comunidad.

“El hecho de recibir una educación básica en materia de salud y bienestar es una ventaja para los niños de mi escuela”, afirma Royce. “Esto les permite tomar decisiones bien informadas desde una edad temprana y mantener esta actitud responsable hasta la edad adulta”.

Royce incita a sus alumnos a que sean curiosos y a que hagan preguntas para detectar qué les ayuda o les perjudica, ya sea en lo relativo a la nutrición, la salud o las relaciones dentro de la comunidad o en sus hogares, así como entre sus compañeros. Vela por que todos los alumnos, independientemente de su procedencia, se sientan seguros en la escuela y sepan que pueden confiar en ella o en otros docentes. Considera que su misión es hacer que los niños sientan y sepan que tienen un futuro brillante por delante.

“Esto ayuda también a toda la comunidad. Si un niño aprende sobre nutrición, podrá aconsejar a sus padres sobre los valores nutricionales y podrá decir: ‘Hoy hemos comido esto. Este tipo de alimento nos proporciona tal nutriente que nos hará más fuertes’”.

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Salvaguardar el bienestar y la seguridad de los niños

Royce también aboga por que los docentes inviertan su tiempo en aprender a conocer individualmente a cada uno de sus alumnos. Esto les permite entender el contexto y la situación familiar de cada niño, para ayudarlo mejor en caso de absentismo, de problemas con las tareas, de comportamiento perturbador y de falta de interés en los cursos.

“Tenemos que ser capaces de identificar estos factores y de comprender el bienestar de los niños, ya que esto influye en su capacidad de concentración, su comportamiento y su participación en las clases”, afirma Royce.

Antes de enseñar en sexto grado, Royce pasó muchos años enseñando en el nivel preescolar con alumnos entre 5 a 6 años en Zambia. A esta edad, sus alumnos aprendían el funcionamiento de sus emociones y de su cuerpo. Proporcionar una educación básica en materia de salud y bienestar ayuda a que los niños conozcan, definan y respeten los límites sanos con respecto a los demás. La escuela incorporaba también a su programa cursos sobre la violencia de género y el abuso, adaptándolos a cada grupo de edades. Estos cursos permiten que, desde esta temprana edad, los alumnos sean capaces de identificar los comportamientos nocivos que pueden observar en su entorno familiar o de los que pueden ser víctimas.

En su centro de enseñanza preescolar, Royce y otros colegas utilizaron una canción para ayudar a los alumnos más pequeños a entender cuáles son las partes íntimas de sus cuerpos. Royce hace hincapié en que este aspecto de la protección infantil ayuda a proteger a los niños. “Estas bases son importantes porque a esta edad es cuando se forja el carácter, y éstos son los principios y valores que los niños incorporarán y conservarán durante toda su vida”.