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Una herramienta de aprendizaje basada en un juego dirigida a los niños de regiones en conflicto fue galardonada con el Premio UNESCO de innovación en la educación

Amira, una niña refugiada que vive en el Líbano, tuvo que huir de su país con su familia debido al conflicto. Ahora vive en una tienda de campaña plástica y recuerda el ruido de las bombas y los aviones que la obligaron a huir y a abandonar sus estudios: “Cuando vivíamos en nuestra casa podíamos asistir a la escuela. Éramos libres y vivíamos felices. Hoy lo hemos perdido todo.” Historias como la de Amira incitaron a War Child Holland, una organización internacional no gubernamental de los Países Bajos, a implementar el programa Can’t Wait to Learn (CWTL) [No puedo esperar más para aprender]. “En cada país afectado por un conflicto que he visitado, la historia siempre ha sido la misma. Cuando los niños quedan atrapados por un conflicto, una de las primeras cosas que pierden es la educación”, se lamenta Kate Radford, directora del programa CWTL.
Can’t Wait to Learn se inició en Sudán como proyecto experimental titulado “e-Learning Sudan”. “La idea de utilizar la tecnología para contribuir a reducir el número de niños no escolarizados se le ocurrió al Dr. Aiman Badri, de la Universidad para mujeres Ahfad (AUW), en Jartum, el primer campeón del programa”, recuerda Kate Radford. La organización optó por un programa de aprendizaje en forma de juego educativo accesible gracias a una tableta y sin conexión, que se basa en la investigación demostrando las ventajas de las experiencias de aprendizaje basadas en juegos. De hecho, se ha demostrado que los juegos hacen que el cerebro trabaje con mayor eficacia y a más largo plazo. Con respecto a los métodos de aprendizaje tradicionales, este programa podría favorizar también una actitud más positiva por parte de los alumnos con respecto al aprendizaje: “La motivación es la clave del aprendizaje, y como los juegos fueron diseñados para motivar, el potencial de aprendizaje es mayor”, nos explica la responsable del programa. Finalmente, este programa permite que los niños trabajen a su propio ritmo y a un nivel de dificultad adaptado a cada uno.
No obstante, según Kate Radford lo que diferencia realmente a Can’t Wait to Learn es la contribución de los propios niños en la concepción de un universo lúdico que esté lo más cerca posible de la realidad en que viven. Juegos y debates frente a frente, así como obras infantiles en forma de dibujos, bloques de construcción Lego y esculturas de arcilla explican la concepción del juego, desde los personajes y sus nombres, sus ropas y vocaciones hasta los vínculos con el universo de cada juego. “No hay nada que motive más que ver cómo las obras de los niños cobran vida”, afirma la directora del programa.
Can’t Wait to Learn se aplica actualmente en cuatro países – Sudán, Uganda, Líbano y Jordania – y se encuentra disponible en inglés y en árabe. Se prevé desarrollar también una versión en francés. “Nuestro objetivo es llegar a 1,5 millones de niños de aquí a 2023, en cuanto dispongamos de los datos que prueben que se trata de una solución adecuada y que puede reproducirse con facilidad bajo un costo razonable”, afirma Kate Radford. “Además de desarrollar la iniciativa en los países en los que ya se aplica, la organización también tiene previsto ponerla en marcha el año próximo en Chad y Colombia. “Sudán del Sur, Burkina Faso, Kenya, Malí… el método puede adaptarse a cada contexto y partes interesadas prácticamente en donde quiera”, añade la directora del programa.
Kate Redford espera que el contribuya a que en el futuro el programa llegue a muchos más niños.