Niños y su profesora en la Escuela Italia

Historia

En Chile, una escuela aplica un innovador programa de mediación estudiantil para prevenir la violencia

El 7 de noviembre es el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar. En la ocasión entrevistamos a Isabel Arroyo, directora del Liceo República de Italia en Chillán, Región del Ñuble, para conocer el mecanismo de resolución de conflictos que involucra a sus estudiantes.

Millones de niñas, niños y adolescentes en todo el mundo ven afectado su bienestar y su rendimiento escolar cada día por la violencia y el acoso. , es por ello que el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar 2024 hace un llamado a las y los estudiantes, sus familias, miembros de comunidades educativas, autoridades educativas, otros sectores y socios, incluida la industria tecnológica, a participar en la prevención de todas las formas de violencia y a fomentar entornos de aprendizaje seguros, fundamentales para la salud, el bienestar y el aprendizaje de las niñas, niños y jóvenes.

En el marco de esta efeméride, entrevistamos a Isabel Arroyo, directora del Liceo República de Italia Arturo Bonometti en Chillán, Región del Ñuble. Con más de 40 años de experiencia en la educación y una destacada trayectoria en liderazgo escolar, Isabel y su equipo han implementado un programa de mediación estudiantil que promueve la resolución de conflictos entre pares. Este enfoque no solo busca reducir la violencia en la escuela, sino también desarrollar en los estudiantes habilidades para la comunicación y el entendimiento mutuo.

Todo comenzó con una beca del Ministerio de ܳó de Chile, en 1998, gracias a la cual, Isabel realizó una pasantía sobre estrategias para incorporar problemas sociales de la comunidad en el currículo escolar, en la Universidad de Berlín (Alemania). “En ese contexto, elaboré un proyecto de mediación escolar acorde con la problemática que se visualizaba en el establecimiento”, recuerda Isabel. El programa implementado en el Liceo República de Italia se llevó a cabo en varias fases y buscó asegurar la incorporación de la mediación en la cultura escolar. Como parte de él, se sensibilizó a las y los docentes, estudiantes y apoderados en torno a la mediación estudiantil como un mecanismo que ofrecía formas de resolver los conflictos en el aula.

Los beneficios del programa de mediación estudiantil han sido amplios: las y los estudiantes enfrentan los conflictos con mayor confianza y sin recurrir a la violencia, ha disminuido la cantidad de suspensiones y expulsiones, y las y los docentes pueden dedicar más tiempo a la enseñanza. Además, los padres y las madres reportan que sus hijos aplican las habilidades aprendidas en sus relaciones familiares. 

Esta experiencia ha generado interés en otras escuelas y el liceo está trabajando en expandir el programa a otros establecimientos de la región. También ha despertado el interés y el apoyo de organismos estatales e internacionales. 

¿En qué consiste el programa de mediación y cómo logran que las y los estudiantes se involucren activamente en este proceso?

El programa de mediación escolar es una estrategia que fomenta la resolución pacífica de conflictos entre pares, lo que contribuye significativamente a una convivencia armoniosa. Es una herramienta donde el diálogo es el eje central y permite que los niños, niñas y adolescentes del liceo se sientan seguros y acompañados al enfrentar sus problemas. Seleccionamos estudiantes con habilidades comunicativas y empatía, quienes participan voluntariamente. Reciben formación a través de talleres y actividades de reflexión, lo que les da confianza y motivación para ejercer su rol de mediadores. Este enfoque no solo fortalece su capacidad de resolver problemas, sino que también crea una red de apoyo entre los estudiantes.

En su experiencia, ¿cómo ha transformado la convivencia y el contexto educativo este enfoque de mediación? ¿Qué cambios han notado en sus estudiantes y en la comunidad escolar en general?

Hemos notado una notable reducción en los incidentes y en la gravedad de los conflictos. Las situaciones de menor envergadura se resuelven rápidamente, y las y los estudiantes se sienten más cómodos expresándose, ya que, al tratarse entre pares, hay un ambiente de confianza. También hemos observado que las y los estudiantes manejan su propio lenguaje, lo que facilita el entendimiento y la resolución de conflictos. En general, el ambiente escolar es ahora más armonioso y propicio para el aprendizaje. Los mismos estudiantes nos han expresado que esta metodología les ayuda a enfrentar situaciones difíciles con una actitud más reflexiva.

Para aquellos que están considerando un programa similar, ¿cuáles serían sus recomendaciones?

Primero, recomiendo contar con el apoyo de profesionales en técnicas de mediación para capacitar a las y los estudiantes mediadores. Es importante elegir a aquellos estudiantes con habilidades sociales que faciliten su acercamiento a otros y siempre de forma voluntaria. Además, es fundamental asociar el programa de mediación con el Reglamento Interno de Convivencia Escolar (RICE), lo que asegura que la mediación esté alineada con las políticas del establecimiento y tenga una base sólida en la normativa escolar.

A lo largo de este proceso, ¿qué lecciones han aprendido que les gustaría compartir con quienes están comenzando en el camino de la mediación escolar?

Una de las lecciones más importantes es que cada conflicto es único y requiere un enfoque flexible para adaptarse a las circunstancias específicas de cada caso. Además, el vínculo entre estudiantes mediadores y el resto de la comunidad se ha fortalecido, al igual que la relación entre profesores y estudiantes. Construir habilidades para la resolución de conflictos y promover un ambiente positivo son claves para reducir la frecuencia y la intensidad de los conflictos, y hemos visto cómo estas habilidades ayudan a las y los estudiantes no solo en la escuela, sino también en sus relaciones familiares y sociales.