Fotografía de Hilda Mardones y Gladys Hernández.

Historia

Un periódico en retazos de tela: La historia de las arpilleristas en Chile

Las arpilleristas son artesanas y defensoras de la libertad de expresión. En esta entrevista, damos a conocer su historia y el valor de su técnica para el país.

Fotografía de arpillera realizada por Zuni Alfaro.

Fotografía de arpillera: muestra bordado de retazos de tela de colores que ilustran la quema de libros en la dictadura chilena

Una arpillerista es una mujer que trabaja haciendo piezas de textil bordado, a partir de retazos de tela y diversos materiales. La arpillería, una técnica registrada en Chile como Patrimonio Cultural Inmaterial para el país, por los conocimientos y habilidades asociados a ella, nació en los tiempos de la dictadura chilena, como una manera de generar ingresos y una forma de expresar lo que ocurría en el país. 

Hilda Mardones tiene 48 años y hace 16 que es arpillerista. Gladys Hernández tiene 63 años y es arpillerista desde hace 40. Ambas ejercieron el oficio a través de la Fundación Solidaridad, una organización no gubernamental que se formó desde la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia Católica de Chile, que entre los años 1970 y 1980 apoyó a las mujeres que comenzaron a desarrollar esta técnica. 

Actualmente, Hilda y Gladys son parte de la Comunidad de Arpilleristas de la Región Metropolitana, que cuenta con 10 integrantes. Entre ellas, también: Aida Moreno, Juany Olave, Elizabeth Chaparro, María Teresa Madariaga, Patricia Hidalgo, Gloria Gallardo, Rosario Muñoz y Sara Henríquez. 

A la arpillera “la usaron como un diario para contar la historia y las cosas que estaban pasando en esos años. Lo que más me motivó a ser arpillerista es ‘contar el cuento’: cómo plasmar una historia, cómo trabajar con las telas. Yo creo que eso es lo más bonito de la arpillera, ir contando una historia”, explica Hilda. 

Hilda realizaba artesanía en papel en la Fundación Solidaridad, la cual, hasta la década del 2000, estaba dedicada a la promoción de la artesanía. En la fundación, entró en contacto con las arpilleristas. Luego de conocer a Gladys, comenzó a trabajar arpilleras de gran tamaño y accesorios, pasando a formar parte integral de la Comunidad de Arpilleristas de la Región Metropolitana. 

Gladys, en cambio, se unió al grupo luego de ayudar a su madre con los bordados cuando era una niña, en la década de 1980, tiempo en el cual había una gran demanda por arpilleras. “Nosotros vivíamos al medio de dos poblaciones bien emblemáticas, que eran La Victoria y la José María Caro”, recuerda Gladys.

Las mujeres de la villa que Gladys y su madre habitaban comenzaron a reunirse en una parroquia cercana, luego del Golpe de Estado de 1973 en Chile. Crearon la arpillería por necesidad: la Vicaría de la Solidaridad les ayudaba a comercializar las arpilleras como una artesanía, para generar ingresos. 

 “Fue por el hambre, la necesidad de sacar a su hijo adelante, porque muchas mujeres se quedaron en esos años solas. Cuando se inició el grupo con las primeras mujeres que estaban en la iglesia, el objetivo era reunirse y hacer un trabajo en conjunto, solamente bordar”, agrega Hilda. 

Una de esas mujeres lo cambió todo, según Hilda: “Ella retrató cuando se llevaban a su esposo detenido en la micro, que se llevaban a su familia. Cuando vieron el trabajo, que era tan bonito, empezaron a contar historias y a ver la arpillería como una forma expresión y no solo sustento”. 

En los ‘80s, utilizaban como materiales, por ejemplo, “el pantalón del colegio viejo de los niños, que era color plomo y sus camisas del colegio antiguas, que eran celestes”, dice Gladys, quien asegura que aún trabajan con ropa usada. 

“Los temas con el tiempo fueron cambiando, las denuncias fueron cambiando, pero siempre, hasta el día de hoy, nosotros hacemos la arpillera antigua, porque esa fue la que salió como patrimonio. Hoy en día se hacen arpilleras de temas más actuales, como el feminismo, las ollas comunes en la pandemia y temas de medioambiente”, enfatiza Gladys. 

"Hasta el día de hoy la arpillera es una forma de denunciar, de contar", asegura la arpillerista Hilda Mardones.

Fotografía de Hilda Mardones

¿Cómo contribuyeron las arpilleras a la libertad de expresión?

Gladys: Yo pienso que en esos años en los que estaba tan coartada la libertad de expresión, la arpillera fue una forma en la que la arpillerista pudo salir. Como por debajo, así como escondida, salió hacia el mundo como un periódico de telas, en donde se contaba la historia de lo que estaba pasando en Chile, porque no se podía contar nada de lo que acá pasaba en el mismo país.

¿Por qué creen que es importante que conservemos la arpillería para las futuras generaciones?

Hilda: Por la memoria, la forma de retratar las historias. Hasta el día de hoy la arpillera es una forma de denunciar, de contar. Con los años ha pasado a ser una artesanía que tiene que ser reconocida en Chile por ser una artesanía en sí, pero no es una artesanía común y corriente. Puede haber miles de bordados, pero bordar la historia, bordar entre telas y que se siga manteniendo el saber, que perdure, es distinto y es fundamental. 

Gladys Hernández, arpillerista: "Hoy en día se hacen arpilleras de temas más actuales, como el feminismo, las ollas comunes en la pandemia y temas de medioambiente". 

Fotografía de Gladys Hernández

¿Cuáles son las dificultades que enfrentan las arpilleristas hoy en día? 

Gladys: Es difícil vender las arpilleras, los chilenos no valoran mucho el trabajo que nosotras hacemos, por ejemplo, por ser hecho con retazos de tela. 

Hilda: Hay temor de que cada vez hay menos mujeres que están haciendo arpilleras. Hay mucha rapidez, la inmediatez de la gente es una dificultad, no hay paciencia para trabajar. 

¿Cómo podría el país apoyar a la arpillería, para que no desaparezca? 

Gladys: Yo creo que el asunto de realizar talleres es súper importante. Nosotras hacemos talleres. Hemos hecho talleres a niños y adultos, para que la arpillería pueda seguir en el tiempo. En eso estamos contribuyendo. Otro factor importante es que podamos exponer nuestro trabajo, a través del Gobierno, siempre. 

Hilda: Yo creo que la arpillería se debería transmitir en los colegios, como parte de la educación. Que les enseñen a los niños que la arpillera es parte de una artesanía y parte de la historia de Chile, que salga en los libros. Creo que una forma en la que nos podrían ayudar sería que nos llevaran a otros lugares a hacer talleres, no solo a nivel nacional, sino que también, a otros países, para dar a conocer la arpillería.