Las dos escuelas verdes oficialmente acreditadas han puesto en marcha entornos de aprendizaje verdes basados en la norma de calidad de las escuelas verdes de la UNESCO, que se centra en cuatro aspectos: gobernanza, infraestructura y operaciones, enseñanza y participación comunitaria.

En la Overseas School de Colombo (Sri Lanka), un país que posee un clima tropical en el que conviven diversas plantas y animales, la cultura de la sostenibilidad está cobrando arraigo y contribuyendo a la transformación de la sociedad. Mediante su iniciativa pionera “Food Forest” (Bosque de alimentos), la escuela transforma la manera en que los jóvenes alumnos interactúan con la naturaleza, la comunidad y su propia educación.
En consonancia con la norma de calidad de las escuelas verdes de la UNESCO, la escuela ha convertido sus espacios exteriores en ecosistemas dinámicos, en los que los alumnos exploran conceptos científicos clave como los ciclos estacionales, la fotosíntesis y la biodiversidad.
Una de las características sobresalientes de este programa es el ‘bosque de alimentos de la escuela’, diseñado con una estructura de copas de varios niveles que imita los ecosistemas forestales naturales. Las plantas de tamaño medio, como la papaya, el plátano y la canela, crecen bajo el dosel superior que forman las copas de los mangales, mientras que las plantas trepadoras comestibles crecen en las pérgolas.

Los alumnos aprenden a diseñar huertos, construyen sistemas de compostaje y cosechan, al tiempo que aprenden sobre la interdependencia de los organismos vivos. También cocinan y comparten sus cosechas con los habitantes de sus barrios, lo que les permite desarrollar vínculos profundos y personales con el medio ambiente y con su propia comunidad.
“Lo que más me gusta de este huerto es que la tierra es fértil, fresca, y buena para plantar semillas”, explica uno de los alumnos participantes.

En ܻáڰ, la norma de calidad de las escuelas verdes de la UNESCO también ha servido de inspiración a la Escuela Primaria Moduopo. Impulsada por Christina Lephalala, profesora de 7º grado y coordinadora de cuestiones relativas al medioambiente, la escuela ha convertido un humedal local en un centro de aprendizaje medioambiental y ha integrado los objetivos medioambientales en su plan de mejoras.
Esto es más que un proyecto escolar. Se trata de proporcionar a nuestros alumnos experiencias del mundo real que les capaciten y les sirvan para proteger su futuro. Ya no son solo estudiantes, sino que se convierten líderes de la protección medioambiental, y este humedal es la prueba fehaciente de la labor que realizan.
El proyecto comenzó durante una sesión escolar de análisis de la calidad del agua organizada por la escuela, en la que alumnos y los docentes descubrieron que un humedal cercano se estaba degradando gravemente. Un ecosistema antaño vibrante estaba ahora plagado de contaminación, especies invasoras y desechos.
Con el apoyo de la UNESCO y de la Alianza para una ܳó Verde, comenzaron a llevarse a cabo esfuerzos colectivos para limpiar el humedal y concienciar sobre la importancia de un medioambiente limpio y de una comunidad sana. El humedal se ha convertido en un “aula viviente” en la que los alumnos analizan la calidad del agua, rastrean la contaminación, estudian las plantas invasoras y vigilan los cambios del ecosistema.
Aunque geográficamente muy distantes, ambas escuelas comparten una visión común: capacitar a los alumnos para que se conviertan en líderes medioambientales proporcionándoles una educación práctica arraigada en la comunidad.
“Estas dos escuelas son excelentes ejemplos de cómo práctica idónea de la norma de calidad de las escuelas verdes de la UNESCO”, afirma Julia Heiss, jefa de la sección de educación para el desarrollo sostenible de la UNESCO. “Demuestran que el aprendizaje práctico es eficaz para sensibilizar a los alumnos y proporcionarles los medios que les permitan proteger su entorno”.
