Las Reservas de Biósfera son territorios reconocidos por la UNESCO por su misión con la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible. En Perú, existen ocho Reservas que abarcan cerca de 14 millones de hectáreas —el 11% del territorio nacional— y que no solo protegen ecosistemas y culturas vivas, sino que promueven modelos innovadores de gestión participativa con fuerte protagonismo de las comunidades locales. En ese escenario, la UNESCO busca visibilizar y celebrar el compromiso, la creatividad y la dedicación de las juventudes de la Reserva de Biósfera del Manu, cuyo involucramiento resulta clave para proteger este patrimonio natural y cultural, y construir un futuro más sostenible.

En el corazón de los Andes tropicales, donde la Amazonía comienza a desplegar su manto de niebla y biodiversidad, se encuentra uno de los territorios más excepcionales del planeta: la , designada por la UNESCO en 1977. Con una extensión de 1.881.200 hectáreas que abarcan las regiones de Cusco y Madre de Dios, esta reserva alberga una impresionante diversidad de ecosistemas, desde los pastizales altoandinos hasta los densos bosques amazónicos. En su interior se han registrado más de 1.000 especies de aves —cerca del 10% del total mundial—, más de 200 especies de mamíferos, y una enorme variedad de plantas, insectos, anfibios y reptiles. Esta transición ecológica única entre la Amazonía y los Andes, que va desde los 200 hasta más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, convierte al Manu en un territorio de valor universal excepcional para la ciencia, la conservación y la humanidad.
Pero en medio de esa riqueza natural, también late con fuerza otra forma de diversidad: la humana. Jóvenes de distintas comunidades que habitan este territorio, herederos de saberes ancestrales y portadores de nuevos sueños, han tejido una organización que hoy se conoce como la Red de Jóvenes de la Reserva de Biósfera del Manu.

Todo empezó en Challabamba, un distrito de montaña de la Provincia de Paucartambo de Cusco, ubicado en el extremo sur de esta Reserva. Es la conexión con el valle que es la puerta de entrada a los bosques más protegidos de América del Sur. Allí, un grupo de jóvenes empezó a reunirse a partir de 2021, primero para conversar y problematizar, luego para actuar. Querían hacer algo frente a los incendios, la basura, la tala y la falta de la presencia de los jóvenes. Entendieron que la clave no era solo denunciar, sino actuar y convencer a la gente para trabajar juntos. Fueron golpeando puertas de casa en casa, escuelas y municipalidades, explicaron, escucharon y propusieron.
Rudy Aguilar Ochoa, coordinador de esta Red de los Jóvenes dice: “La clave es que la gente tome conciencia y adopte nuevas prácticas, aunque sean pequeñas, pero que afecten menos al medio ambiente. Queríamos mostrar que ese cambio era posible promoviendo la integración de más jóvenes al movimiento ambiental.”
Poco a poco, Challabamba se convirtió en el corazón de algo más grande. La Red fue creciendo como crecen las semillas que encuentran tierra fértil: con resiliencia y arraigo. Así, fue abriendo espacios de participación articulada para jóvenes de pueblos indígenas y comunidades locales en la gobernanza de la Reserva de Biósfera.

En mayo de 2024 se realizó el Primer Encuentro de Jóvenes de la Reserva de Biósfera del Manu, en el marco del Proyecto de las Reservas de Biósfera en la Amazonía, con el apoyo del Parque Nacional del Manu y diversas organizaciones aliadas. La actividad reunió a jóvenes de cuatro distritos y de distintas comunidades indígenas, y permitió conformar una estructura organizacional juvenil, además de elaborar un plan de trabajo anual. A partir de este encuentro, las y los jóvenes recorrieron los distritos de la Reserva —Challabamba, Kosñipata, Yanatile, Fitzcarrald y Manu— para socializar los resultados e identificar nuevos liderazgos locales. Este proceso fortaleció la articulación con el Comité de Gestión de la Reserva, hasta lograr en 2025 su reconocimiento oficial como parte del grupo técnico de interés.
Actualmente, 25 jóvenes de esta Red lideran iniciativas como campañas para desarrollar actividades de sensibilización, limpieza de quebradas, ferias ambientales, talleres de reciclaje, jornadas de reforestación, entre otras acciones. Además, promueve espacios de formación para capacitar a las y los jóvenes en temas clave como la gestión sostenible de los recursos naturales, la conservación de la biodiversidad, el cambio climático y los proyectos de conservación. A través de estas acciones, buscan demostrar que la protección del medio ambiente no es un obstáculo, sino una oportunidad para construir formas de desarrollo sostenible, con identidad territorial y protagonismo juvenil.
Maribel Pacco, coordinadora de la Red y una de sus primeras impulsoras, cuenta: “Cada joven en la Red tiene su historia y su interés. Hay artesanos, emprendedores, comunicadores... Todo suma a la conservación”. Ella estudia turismo y sueña con promover en su comunidad alternativas económicas sostenibles, como el ecoturismo.

En el caso de Faustino “Yaku” Estrada, de Kosñipata, el arte es su herramienta de transformación. Impulsa el arte participativo como una herramienta de enseñanza a niñas y niños de cada distrito. “Los niños son conscientes del cuidado del ambiente. Creo en el poder de la infancia para expresar libremente su vínculo con la naturaleza y convertirse en portadores de conciencia ambiental”, afirma. Así empezaron a meterse en las escuelas pincel en mano, y a pintar murales. Hasta ahora, cientos de niños y niñas han participado en la creación de estas obras colectivas, donde toda la comunidad puede ver las percepciones de los niños sobre su entorno: animales, árboles y paisajes que habitan su universo cotidiano.
Mientras tanto, en algún rincón de Cusco, la selva despierta entre el murmullo de aves y el crujir de hojas. Una radio suena. No tiene imagen, pero tiene voz que supera las barreras de acceso geográfico, digital y eléctrico. Es la voz de Nataly, quien lidera el equipo de comunicación de la Red. Junto con Ángeles Santos de la Provincia de Calca, impulsaron este programa de radio, porque creen en las palabras como semillas. Tratan de llegar a las y los agricultores y hablar en la radio en lengua yine, matsigenka, quechua y español sobre desarrollo sostenible y protección ambiental.

La Red continúa trabajando para visibilizar y fortalecer la voz juvenil en la conservación y revalorizar la identidad cultural y local de esta juventud andino-amazónica. A través del involucramiento de jóvenes indígenas, busca renovar el sentido de pertenencia hacia la Reserva de Biósfera del Manu, entendida no solo como un espacio natural protegido, sino como un territorio vivo donde los saberes ancestrales se comparten, se conservan, se renuevan ctan como modos de vida, producción y subsistencia sostenibles.
Kenyo Talavera es uno de los que trabajan con esa convicción en Kosñipata. Durante la pandemia, decidió regresar a su tierra y tomar un camino distinto al de sus padres, quienes durante años se dedicaron a la extracción maderera. En ese retorno, comenzó a reforestar y apostó por una alternativa productiva basada en el respeto por la naturaleza.
Su emprendimiento con cacao, dentro de los límites de la Reserva, es una apuesta por la sostenibilidad. "Tener un emprendimiento dentro de la Reserva de Biósfera nos da un plus", afirma Kenyo. "La diferencia está en transformar lo que producimos y demostrar que otras formas de vida son posibles y rentables". Desde entonces, no solo cultiva cacao, sino que promueve su transformación, al igual que la de la miel, como estrategia para dar valor agregado y fortalecer la economía local.
Así muchos jóvenes han encontrado en la Red no solo un espacio de acción, sino también un lugar para reencontrarse con sus raíces y proyectar un futuro colectivo. Es un reto porque no hay muchos antecedentes, pero también una oportunidad para dejar huella y construir algo duradero para las futuras generaciones.
Ahora, mientras ultiman los preparativos para el segundo encuentro de la Red, la Reserva de Biósfera del Manu continúa siendo laboratorio vivo de sostenibilidad, diálogo intercultural y acción climática desde los territorios.

Cuando pienso en mi pueblo, imagino un oso andino el Ukuku. Ese oso que necesita bosques sanos para vivir, como nosotros. Gracias a ese bosque, tenemos agua, aire limpio, agricultura…
Es ese recuerdo y el vínculo fuerte con la tierra, lo que impulsan a estos jóvenes de la Red a seguir trabajando para cuidar su tierra, su cultura y su vida.
Más información:
El Proyecto de las Reservas de Biósfera en la Amazonía viene implementando acciones en la Reserva de Biósfera del Manu (RBM) para fortalecer la resiliencia de este territorio y reducir la pérdida de biodiversidad en la cuenca amazónica en el marco del programa El Hombre y la Biósfera de la UNESCO, y con el apoyo de LVMH.