“Los habitantes de la aldea ya no nos ven como fracasadas a las niñas que, como yo, hemos abandonado la escuela”, explica Ashura, una empresaria y madre joven de 22 años, de Kasulu, en la la República Unida de Tanzania. “Ahora nos ven como personas que vivimos de manera autónoma”.
Aunque la política nacional de educación gratuita ha contribuido a que aumente la cantidad de alumnos matriculados, numerosas niñas quedan rezagadas con respecto a los niños. Los embarazos precoces, la pobreza y la violencia sexista son obstáculos para la educación de las niñas en Tanzania.
Al no recibir apoyo para volver a la escuela, sin oportunidades de aprendizaje alternativo y sin acceso a los servicios financieros, muchas niñas y mujeres jóvenes no escolarizadas tienen dificultades para obtener ingresos y llevar una vida autónoma.
Una educación alternativa para las madres jóvenes
Ashura no pudo continuar sus estudios cuando terminó su educación primaria debido a las dificultades financieras de su familia. Comenzó a trabajar en una finca para ayudar financieramente a sus padres. Poco tiempo después, quedó embarazada y temió que esta situación limitara aún más las posibilidades de continuar sus estudios.
En Tanzania, el Programa conjunto ha permitido que mujeres jóvenes como Ashura tengan acceso a oportunidades de aprendizaje, que incluyen programas sobre salud sexual y reproductiva, competencias útiles para la vida, competencias básicas en lectoescritura y cálculo, y competencias empresariales.
Gracias a una formación en iniciativa empresarial y a oportunidades educativas, Ashura aprendió a gestionar una pequeña empresa que fabrica y vende productos tales como jabón, batik y harina de alto valor nutritivo. También aprendió a solicitar préstamos a los grupos de mujeres mediante el consejo de distrito de su región.
El camino hacia la emancipación económica
Gracias a las nuevas competencias adquiridas, Ashura pudo comenzar su empresa con un capital inicial, y reforzar progresivamente sus fondos mediante la venta de caña de azúcar y arroz. También creó un grupo que genera ingresos, junto a otras mujeres que se habían beneficiado del programa conjunto para estimular las actividades económicas dirigidas por mujeres. Su modelo de financiación se amplió hasta la creación de un banco comunitario de la aldea (VICOBA).
El VICOBA es particularmente útil cuando los servicios existentes resultan insuficientes. “Cada miembro del grupo aporta entre 5.000 y 10.000 TZS (de 2 a 4 dólares estadounidenses) cada dos semanas. El dinero de VICOBA se asemeja al de un seguro u otro préstamo concedido a los miembros del grupo para que puedan hacer frente a situaciones de urgencia”, explica Ashura.
Esta vía alternativa hacia la educación y el desarrollo de las competencias ha empoderado a las niñas no escolarizadas al proporcionarles mejores oportunidades económicas. Además, ha generado un cambio en los comportamientos sociales y reducido la estigmatización con respecto a las niñas y madres jóvenes que han abandonado la escuela.
A la vez que la vida de Ashura se transformaba gracias a su participación económica activa, notó un cambio en la percepción de las niñas no escolarizadas por parte de los miembros de la comunidad. Las comunidades han aprendido a aceptar que las niñas aporten una contribución significativa a la vida de su familia y de la sociedad. A las niñas y las madres jóvenes no escolarizadas como Ashura se les considera ahora como ejemplos en su comunidad.
En 2021, Tanzania eliminó una prohibición que desde hace mucho tiempo impedía que las madres adolescentes volvieran al sistema escolar formal tanzano. Se calcula que 5.500 adolescentes embarazadas se han visto forzadas a abandonar la escuela cada año debido a esta prohibición.
El programa conjunto UNESCO-FNUAP-ONU-Mujeres aplica un enfoque holístico y multisectorial al empoderamiento de las niñas y las mujeres jóvenes mediante una educación de calidad. Unas 1.000 adolescentes y madres jóvenes no escolarizadas han podido acceder a oportunidades de educación y orientación en 4 distritos, más de 4.000 niñas han participado en los clubes escolares juveniles y los padres, los docentes y las comunidades se han implicado en apoyar la educación de las niñas.
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