Valorar el agua para la economía

La agricultura consume la mayor proporción (69%) de los recursos de agua dulce del mundo. La seguridad alimentaria representa desde hace tiempo un reto para las sociedades humanas y se irá convirtiendo en un tema global cada vez más apremiante en las próximas décadas: se prevé que la demanda mundial de alimentos y de otros productos agrícolas aumente un 50% de 2012 a 2050, impulsada por el crecimiento demográfico.
Además, en muchas regiones del mundo, el agua para la producción alimentaria es el principal causante de la degradación medioambiental, incluido el agotamiento de los acuíferos, la reducción del caudal de los ríos, la degradación del hábitat de la fauna y la contaminación.
Para valorar el agua destinada a la producción alimentaria, no solo se debería tener en cuenta el uso económicamente rentable del agua, sino también los beneficios económicos, socioculturales y medioambientales asociados al agua, que, muy a menudo, no se contabilizan. Algunos de estos beneficios incluyen alcanzar la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición, introducir cambios en los patrones de consumo, generar empleo y garantizar la resiliencia de los medios de subsistencia, especialmente para los pequeños agricultores, contribuir a aliviar la pobreza y a revitalizar las economías rurales, facilitar la mitigación del cambio climático y la adaptación y ofrecer servicios hídricos de múltiples usos.
El valor del agua para la seguridad alimentaria es alto pero raramente se cuantifica y a menudo constituye un imperativo político que no tiene en cuenta otros valores.
La industria y el sector de la energía consumen conjuntamente el 19% del agua dulce del mundo. Por su carácter, los sectores de la industria, la energía y la empresa están marcadamente centrados en la monetización. Esto determina una propensión hacia determinados aspectos del valor y excluye otros.
La valoración monetaria más directa es la volumétrica: el precio por metro cúbico, multiplicado por el volumen de agua utilizada, además del coste de tratar y eliminar el agua residual.
Sin embargo, es importante reconocer que la productividad económica general del agua en el sector de la energía, la industria y la empresa también conduce a varios beneficios colaterales, como creación de empleo, valor del producto por unidad de agua o valor añadido de producto.
Por ejemplo, la economía circular valorará el agua hasta tal punto que cada litro se vuelva a utilizar una y otra vez, convirtiendo al agua en parte de la infraestructura, más que en un recurso consumible.
La valoración inadecuada del agua para la generación de energía, para las actividades industriales y agrícolas y para el uso doméstico ha propiciado un uso ineficiente la misma, el vertido de altas cantidades de contaminantes y la degradación de los sistemas marinos y de agua dulce; todo ello ha conllevado altos niveles de estrés hídrico debido tanto a la falta como al exceso de agua o a la excesiva contaminación de la misma.