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Historia

Las Lenguas Indígenas como Patrimonio Cultural Inmaterial en el Ecuador y el Mundo

Entrevista a la Dra. Kati Álvarez escritora, investigadora y catedrática de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central del Ecuador, y doctora por FLACSO-Ecuador.

La diversidad lingüística del planeta es un reflejo profundo de la historia, la identidad y la cosmovisión de los pueblos. En Ecuador, esta riqueza se expresa en una pluralidad de lenguas indígenas que, pese a su valor cultural, enfrentan un riesgo creciente de desaparición. La pérdida de una lengua no solo implica dejar de hablarla, sino también la extinción de conocimientos ancestrales, prácticas sociales y formas únicas de entender el mundo.

Para profundizar en este tema, y en el marco del Encuentro Intercultural de Prefecturas sobre los Idiomas Patrimoniales en el Territorio del Ecuador, celebrado el 30 de mayo de 2025, conversamos desde UNESCO con la Dra. Kati Álvarez. En esta entrevista, nos comparte su visión sobre la importancia de las lenguas indígenas y los desafíos que enfrentan.

¿Por qué las lenguas indígenas son más que “simples” medios de comunicación?

Las lenguas indígenas no son únicamente símbolos de identidad y pertenencia a un grupo, sino también vehículos de valores éticos y expresión de procesos de pensamiento complejos. Contienen significados y significantes propios de cada cultura. Constituyen una trama de sistemas de conocimientos mediante los cuales los pueblos forman un todo con los territorios, con la vida, con las relaciones sociales y con las culturas. Son cruciales para su supervivencia.
 

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Las lenguas ancestrales del Ecuador y de la región andino-amazónica son un ejemplo claro de la resistencia de los pueblos originarios frente a la agresión sucesiva de los sistema colonial, republicano, capitalista y neoliberal. Su vigencia constituye un ejemplo de su lucha constante por evitar que desaparezcan.

Con la desaparición de las lenguas, merma la identidad, la memoria colectiva, pero también existe un peligro que pasa desapercibido para muchos: una pérdida de conocimiento que ha sido y será clave para el futuro del país y de la región.

¿Qué políticas considera urgentes para proteger estas lenguas?

Es crucial implementar políticas de agencia, protección y promoción de las lenguas ancestrales como mecanismos de descolonización y resistencia. También es necesaria la inversión en educación intercultural bilingüe, salud y justicia intercultural para asegurar su supervivencia y generar bienestar para las comunidades.

La situación de las lenguas refleja la de sus hablantes. Muchas están al borde de la desaparición, principalmente por políticas estatales que las han penalizado o ignorado. La amenaza más grave es la que pesa sobre la existencia misma de sus hablantes, sus vidas y territorios.
 

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Las causas no son solo lingüísticas. La pobreza, la exclusión social, los conflictos políticos y la falta de reconocimiento legal de los derechos indígenas son factores determinantes. 

Las lenguas han sido utilizadas para implementar proyectos sin considerar los derechos ni las cosmovisiones de los pueblos. Esto ha generado despojo y ha dificultado la construcción de mundos donde la vida digna sea garantizada por el Estado, y no solo por la autogestión de los pueblos.

Las lenguas ancestrales y el desarrollo territorial son categorías que deben ser problematizadas. Urge cuestionar su uso en planes de desarrollo occidentales, ajenos a las realidades territoriales. Las lenguas son pilares fundamentales de la vida digna, ya que guardan conocimientos ancestrales, fortalecen la identidad cultural, promueven la interculturalidad y permiten el desarrollo de territorialidades diversas.

¿Podría dar un ejemplo de lo que usted considera “conocimientos perdidos”?

Para comprender mejor la pérdida, es importante entender la enorme pluralidad que contiene una lengua, y la diversidad que expresan.

Los waorani, por ejemplo, tienen cinco o seis términos para describir el color rojo en sus diferentes tonalidades. Al ser este color un elemento natural, los waorani han adquirido un conocimiento profundo del mismo. Lo mismo ocurre con los shuar o los kichwa cuando hablan de los tipos de yuca o de cacao, desde que son estaca o semilla hasta que las plantas están maduras y listas para la cosecha, pasando por el aspecto de los granos recién cocidos y listos para el consumo, y la chicha que se obtiene de la yuca o el pincho del cacao blanco (pate mullo).

El conocimiento etnobotánico, por ejemplo, está codificado en la forma en que los hablantes describen la naturaleza. Sin esa información, aportes como la quinina —clave contra la malaria— no habrían sido posibles. Ese conocimiento estaba asociado a lenguas indígenas del Amazonas.

Muchos niños indígenas no aprenden la lengua de sus padres. Solo uno de cada tres la habla al terminar la escuela. Los sistemas escolares han sido poco sensibles a las necesidades culturales y lingüísticas. Aunque se ha intentado implementar educación intercultural bilingüe, su alcance sigue siendo limitado.

Se pierde la comunicación intergeneracional. Muchos jóvenes no pueden hablar con sus abuelos ni aprender normas de comportamiento tradicionales. También se pierde la democracia participativa y la toma de decisiones comunitarias interculturales.

¿Qué amenazas externas enfrentan hoy los pueblos indígenas?

El cambio climático afecta gravemente sus economías de subsistencia. Los proyectos extractivos, las políticas homogeneizadoras y la criminalización de líderes indígenas también son amenazas. Estas afectan directamente a sus culturas y lenguas, que están profundamente ligadas al entorno.

Se olvida a menudo, cuando se evocan estas amenazas, la repercusión en las culturas y los valores autóctonos. Los pueblos indígenas derivan sus identidades, valores y sistemas de conocimientos de la interacción con el medio, los mares o los bosques. Sus lenguas son el producto de ese entorno, ya que las formas de describir lo que les rodea constituyen la base de su especificidad lingüística. Cuando ese medio se modifica, la cultura y la lengua se ven afectadas.

¿Qué rol podrían jugar las tecnologías en la preservación lingüística?

Podrían ser herramientas clave, pero no lo están siendo. 

Las políticas estatales no priorizan la preservación lingüística. En ciertas escuelas, por ejemplo, el gobierno permite el uso de las lenguas maternas, pero, en una escuela shuar se tiene profesores de habla kichwa. No se financia ni los docentes ni los materiales que permitirían que las niñas y niños indígenas aprendiesen en su idioma. Resultado: los alumnos terminan por hablar otra lengua, en algunos casos, mal; y pierden la suya propia.

Se ignora deliberadamente la importancia de las lenguas en el desarrollo territorial. A menudo se folklorizan o mercantilizan, despojándolas de su contexto. Esto es una forma de despojo y de imposición de modelos ajenos a las realidades de los pueblos.

En el tratamiento de las lenguas ancestrales existen vacíos como el hecho de que las lenguas ancestrales, a excepción de los Kichua y los shuar, no cuentan con diccionarios ni gramáticas acordes a la realidad de cada nacionalidad. También, es clara la ausencia de una producción literaria que acompañen los procesos educativos de dichos pueblos, así como la inexistencia de una planificación lingüística que defina con claridad los productos, los tiempos que se requieren para el cumplimiento de metas que contribuyan a los territorios, a los pueblos y las nacionalidades. 

No hay metas definidas ni recursos suficientes para apoyar a los pueblos y sus territorios. Los GADs no cuentan con suficiente personal con formación intercultural. Los planes de desarrollo siguen enfoques occidentales, no culturalmente situados. Hay contradicciones en la política pública y falta de materiales y procesos alineados con un Estado plurinacional e intercultural.

¿Qué alternativas propone?

Si las lenguas ancestrales fueran comprendidas como puentes hacia una vida digna integral —relacionada en términos ontológicos—, y si se reconociera a las asambleas comunitarias como la máxima expresión de gobernanza, como espacios legítimos para construir acuerdos, normas, derechos y obligaciones; si se valorara el autogobierno comunitario, la organización interna y la autogestión como expresiones del ejercicio pleno de derechos, entonces podríamos visibilizar otras formas de vida digna y otros modelos de desarrollo territorial.

Es fundamental resaltar el carácter crucial de la trama de conocimientos mediante la cual los pueblos se integran con sus territorios, con la vida, con las relaciones sociales y con las culturas. Las lenguas originarias son clara expresión de resistencia. Representan la posibilidad de descolonizar términos como “desarrollo” y dotarlos de nuevos significados. La vida digna de los pueblos, nacionalidades y territorios debe ser una vía efectiva contra el despojo, el racismo y las injusticias y exclusiones generadas por las continuidades entre colonialismo y neoliberalismo.